No hemos venido en nombre propio, venimos en nombre de esas voces que nadie puede escuchar, los niños en el vientre de su madre, pero también por madres, hijas, padres, hijos, médicos, familias enteras que luchan por nuestros derechos, pero principalmente por el derecho a la vida, y los principios sobre los que se fundó esta nación.
Estamos en guerra, una guerra cultural que todos los días cobra la vida de cientos de miles de nuestros niños a través del aborto, pero también, de nuestros abuelitos por la eutanasia. La cultura de la muerte invita al suicidio. Sí, estamos en guerra.
Debemos levantar un gran ejército cultural para preservar tanto la vida de los niños por nacer, como la libertad de nuestros médicos y enfermeras, de los abogados y profesionales, las de familias enteras que se oponen a la muerte y que cada día son atacados en nombre de unos “derechos” deformados y de una ley pervertida.
Debemos preservar tanto nuestra vida como la de nuestros hijos.
Debemos levantar este gran ejército por la libertad, debemos levantar este gran ejercito cultural por justicia, debemos levantar este ejército por la ley y el orden, debemos ser este gran ejército por la razón.
Pero principalmente, levantemos este ejército por la esperanza.
Qué sacrificios como el del doctor Lastra en Argentina o el del hospital San Ignacio en Bogotá no se pierdan en las páginas de la historia. Que su valor nos mantenga unidos. Que nos fortifiquen sus acciones y que tu decisión de hoy, de defender la vida reflejen valentía.
Únete al Ejército Provida, la armada próvida, en tu departamento, en tu ciudad, llegó el momento de dar un paso al frente en la batalla cultural por la vida y la libertad.